viernes, 14 de mayo de 2010

LOBO DE CAPERUCITA



El lobo rojo tiene un tamaño intermedio entre el lobo común o gris y el coyote. Los machos adultos pesan entre 25 y 35 kilos, mientras que las hembras son ligeramente más pequeñas. El pelaje está manchado de multitud de colores, entre los que destacan el negro, grisáceo, marrón y amarillento; el pelaje rojizo que da nombre a la especie es más frecuente en las poblaciones orientales, especialmente en las originarias de Texas.

Al igual que los lobos grises, los lobos rojos son animales sociables, pero sus manadas son más pequeñas que las de los primeros, a menudo compuestas únicamente por una pareja y sus hijos de distintas edades. Los lobos rojos pueden llegar a tener hasta tres camadas de 2 o 3 cachorros al año, que abandonan el grupo familiar hacia los 6 meses de edad.

Los lobos rojos se alimentan preferentemente de mamíferos de tamaño pequeño, como roedores y conejos. En grupo atacan también a los mapaches e incluso a ciervos adultos. También consumen ocasionalmente insectos y bayas.

El lobo rojo está clasificado por la UICN como animal en peligro crítico (2008), y es que de estos lobos solo queda una población reintroducida en el Noreste de Carolina del Norte, EEUU en un área que cuenta con 6,000 km², ya que esta especie se extinguió en estado salvaje en 1980, siendo reintroducida por la United States Fish and Wildlife Service (USFWS).

En 2007 aproximadamente había unos 207 ejemplares cautivos en Estados Unidos y menos de 150 en libertad. De la existencia de ejemplares fuera del área de reintroducción no se tienen números fiables.

No hay que confundirlo con otras especies localmente denominadas lobo rojo como el Cuón o perro rojo (Cuon alpinus) y el aguará guazú o lobo de crín (Chrysocion brachyurus), a veces llamado lobo rojo en Brasil.

Se han documentado tres subespecies, la de Florida (C. r. floridanus) que se extinguió en 1930 , la del golfo de México (C. r. rufus), difundida por las áreas costeras desde Texas hasta Luisiana que se extinguió en 1970 y C. r. gregoryi que se extinguió en estado salvaje en 1980, pero por suerte aún quedaban algunos ejemplares en cautividad que dieron lugar a nuevas manadas con las que iniciar un proyecto de reintroducción en la naturaleza.

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